Os transcribo literalmente el texto que me ha enviado Carlos:
Ya en Lukla y con WiFi he podido empezar a leer las felicitaciones que he recibido de mucha gente por mi subida al Lhotse. Gracias de antemano a todos.
Pero también he recibido noticias, aparecidas en distintos medios de comunicación, que no se corresponden a la realidad. Algo normal cuando hay mucha actividad en una zona y las comunicaciones son difíciles, aún en los tiempos tecnológicos que vivimos.
Por eso, solo para aclarar algunas cosas, escribo este comunicado.
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Subida a C3 del Lhotse |
En la madrugada del día 16 de mayo varios alpinistas salimos desde C4 del Lhotse dirección a su cumbre. La subida es muy dura y muy larga. Desde mucho antes de llegar estás viendo su cumbre pero, por más que intentemos acelerar el ritmo, es solo una ilusión. La realidad es más ardua y te pone en tu sitio, aún queda mucho para llegar.
Entre los que vamos para arriba están mis amigos Sergi Mingote (alpinista de Parets), JP Mohr (chileno) y Moeses Fiamoncini (brasileño). Llevan la intención de subir sin oxígeno artificial.
De estos tres, solo Sergi y JP lo lograron. Moeses, viendo lo que le faltaba, decidió con acierto darse la vuelta antes de tener problemas.
Por otra parte, dos nuevos amigos conocidos durante la expedición, Jorge Salazar (mejicano) e Iñigo Castiñeyra (San Sebastián), también estaban en el intento. Iñigo consiguió cumbre usando oxígeno; Jorge (que lo intentaba sin oxígeno) tuvo que darse la vuelta cuando se le hizo tarde para llegar a una hora razonable a cumbre.
En cuanto a mi, mis intenciones siempre fueron claras: intentar subir sin usar oxígeno artificial pero teniendo claro que, si al final lo necesitaba, no tendría problema en usarlo. Mi objetivo era asegurar la cumbre (si es que eso es posible). Para ello iba conmigo un sherpa, Dorge, quien en todo momento cumplió con su trabajo.
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Carlos con Dorge en BC, frente a la cascada de hielo |
Usé oxígeno desde C4 hasta la cumbre y me lo quité antes de llegar a C4.
La ascensión fue muy dura y fría. El corredor que lleva hasta la cumbre se va estrechando según subes y las caídas de piedras provocadas por la gente que va por delante son habituales y muy peligrosas.
El paquistaní Alí Sadpara que empezó el ascenso sin oxígeno, terminó usándolo tras recibir un golpe en la cabeza con una de esas piedras.
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Carlos con Muhammad Ali y el piloto de helicóptero que les trasladó a Lukla |
La última parte se hace muy dura porque ya son muchas horas de actividad, tienes mucho frío y quieres terminar rápido.
Pero justo unos 8-10 metros antes del final te encuentras con el cadáver de un alpinista, pegado a las rocas, que hay que sortear para no pasar por encima. La realidad de dónde estamos nos vuelve a sorprender.
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Llegando al corredor. Cortesía de Monika Witkowska |
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Final del corredor. Cortesía de Monika Witkowska |
Poco antes de la cumbre Sergi ya me había adelantado y pude ver como llegaba al final del ascenso. Tuvo el detalle de esperar mi llegada, a pesar del mal tiempo, y pudimos hacernos alguna foto juntos.
Las condiciones no eran buenas, mucho frío, mucho viento y poca visibilidad pero, a pesar de ello, saqué el teléfono satélite para hacer una llamada a Victoria y decirle que estaba en la cumbre. También se lo dejé a Sergi quien llamó a su familia.
Durante la bajada vienen la mayor parte de los accidentes. El clima no era bueno, mucho viento y de vez en cuando algo de niebla.
Bajamos rápido pero con precaución, deseando llegar a C4 para hidratarnos y seguir bajando pero, después de estar un tiempo en C4, decidimos que lo mejor era quedarnos allí aunque pasar otra noche en ese campo no nos haría mucho bien. El no poder bajar más allá de C4 nos hizo tener que aguantar otra terrible noche cerca de los 8000 metros y nos desgastó bastante.
Al día siguiente fuimos saliendo en dirección al C2, cada uno cuando podía. La llegada a C3 se agradece, parece un sitio más normal, pero no lo es. Lo que pasa en que resulta más familiar por haber estado otras veces. Todavía queda bajar hasta C2 para encontrar algo de seguridad, pero el agotamiento se hace notar y solo el apoyo entre compañeros te hace continuar.
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Carlos Garranzo y Jorge Salazar |
En mi caso durante la bajada (que empecé solo), me junté con Iñigo y Jorge. Con este último llegué a C2 casi sin fuerzas. La idea era reponerse y bajar al día siguiente hasta el base pero, la verdad, es que no pude comer nada y beber poco.
A todo esto hay que sumar la incertidumbre de ¿cómo estará el glaciar del Khumbu?. La última vez que pasamos estaba peligroso y gran parte se había caído rompiendo cuerdas y escaleras.
La tensión por el estado del glaciar y el agotamiento extremo fue la tónica de una bajada deseada pero casi agónica.
La llegada al CB sin triunfos, solo deseando entrar en la tienda y dormir... hasta que haga falta. Mañana no hay que hacer nada...
Carlos Garranzo
Pues éste es el relato de Carlos de como pasaron las cosas y como lo vivió él. Actualmente ya ha llegado a Katmandú, tiene vuelo el próximo día 25 para regresar a casa. Ya no habrá más actualizaciones de este blog hasta que Carlos regrese a España donde, en cuanto ordene el material que trae, publicará un resumen de su diario y bastantes fotos, siempre las comparte.
Hasta entonces, podéis seguir las actualizaciones en sus redes sociales
@alpinistagarranzo #alpinistagarranzo
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MVA